lunes, 21 de enero de 2013

Bitácora juventud y grupos de pares





Indudablemente lo hacen, pero la comunicación entre las personas tiene distintos canales y quizás el no estar en la misma "onda" genera alejamiento y falta de comprensión. Por el contrario, cuando "sintonizamos" generamos vínculos que pueden ser de afecto.

¿Que pasa cuando estos vínculos están mantenidos por la agresividad y la violencia?

El grupo actuando corporativamente defiende a sus integrantes, pero el precio es manejar sus valores para mantenerse dentro del mismo.

Algunos adolescentes prueban alcohol, cruzan semáforos en rojo, corren picadas, y en algunos casos lo hacen para no sentirse discriminados.

Sin embargo deben aceptar la distancia necesaria para permitirles crecer. Ese ir y venir que muchas veces significa ponerse a prueba, transgrediendo.

Los adultos pensamos frecuentemente que los adolescentes no saben lo que está bien o mal y que de nada sirvieron nuestras enseñanzas. Sin embargo, ellas son el bagaje que influirá en su desarrollo.

Frente a las transgresiones, la mejor receta es el diálogo y ayudarlos a comprender por qué y para qué hacen lo que hacen. Los chicos saben, pero debemos ocuparnos y buscar con ellos alternativas. Quizás así podamos evitar que las transgresiones se conviertan en problemas.

¿Cómo enseñarles a hacerse respetar por sus amigos?, ¿a sostener una decisión?, ¿a manejar las presiones?

Aún siendo el grupo lo más importante en esta etapa, no todo son rosas en estos vínculos, como no lo serán a lo largo de la vida: rechazo, indiferencia, discriminación... comienzan a vivir y este es el inicio de un aprendizaje constante.

El poder acompañarlos en este proceso, escuchándolos, respetando sus opiniones, no ridiculizándolos, los ayudará a crecer. No olvidemos que la familia transmite su manera de manejar los vínculos hacia el afuera, por eso la coherencia entre lo que decimos y hacemos es indispensable.

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