La
cuestión de la relación entre disciplina y aprendizaje es crucial. Lo
suficientemente claro es, que en un aula disciplinada es más fácil activar a
los alumnos de la manera deseada por el profesor;
por consiguiente, se podrá hacer un uso más racional del tiempo
en la realización de las tareas, al no ser necesario su empleo
en problemas
organizativos. Por supuesto, la existencia de un aula disciplinada, no
necesariamente implica que el aprendizaje
esté teniendo lugar.
Con
frecuencia se observan aulas disciplinadas con poco o ningún aprendizaje
ocasionado por la poca calidad
de las actividades que se realizan, las que de por sí carecen de valor de
aprendizaje. Ciertamente, existe relación entre ambos, pero no es consistente o
inevitable. Nótese, sin embargo, que lo contrario tiende a ser más
consistentemente verdadero, es decir, poco o ningún aprendizaje se producirá
dentro de una atmósfera
indisciplinada. Sobre esta base y como objetivo
del presente artículo se ofrecen consejos prácticos a los profesores de
Secundaria Básica con la finalidad de resolver este problema.
En
función de esto nos preguntamos: ¿Cómo es un aula disciplinada?
Con
frecuencia, nuestros profesores de idioma Inglés,
fundamentalmente aquellos que laboran en el nivel de Secundaria Básica,
rechazan el uso de actividades comunicativas como el trabajo
en pareja y en grupo,
aludiendo que le provocan indisciplina. En verdad, estas actividades que
implican cierto ruido,
solo toman parte del tiempo de una clase, pero ¿qué sucede en el resto?
Otro
argumento a ser considerado es el siguiente: la tranquilidad o quietud de los
alumnos en la clase no necesariamente significa que esta sea disciplinada.
Muchos profesores ignoran la existencia de la denominada indisciplina pasiva,
es decir, aquella que se produce cuando el alumno muestra
apatía por la actividad que se le orienta en la clase y no participa en su
realización; este tipo de indisciplina es más característico de la clase
convencional que de aquella en la que prima como patrón comunicativo
fundamental, el que se produce entre los propios alumnos.
Este tipo
de indisciplina generalmente suele ser más perjudicial que la indisciplina
activa, la cual puede ser fácilmente detectada y corregida. Además, esta
última, tiende a desaparecer cuando los alumnos se involucran en el proceso de
aprendizaje.
Otra
característica de una clase disciplinada es la concerniente al control que
ejerce el profesor sobre la misma, responsabilidad que, por supuesto está en
sus manos, y que se manifiesta de diferentes formas: cuando es más o menos
autoritario, liberal, rígido o flexible en la operación de dicho control.
La
disciplina también se manifiesta en el grado de cooperación de los
participantes, es decir, la cooperación entre los propios alumnos, así como
entre los alumnos y el profesor. Esta normalmente aparece como resultado de la
aplicación de métodos
éticos, educacionales, o prácticos.
Otro
rasgo que debe ser objeto de análisis
es la correlación entre disciplina y motivación,
que aunque no es absoluta, por asociación, lo más probable es que si el grupo
está motivado para aprender, será de más fácil manejo por parte del profesor.
El factor
probabilidad,
más que la inevitable relación causa-efecto, está presente en el hecho de que
en una clase que se desarrolla acorde a su plan,
tiende a ser más disciplinada: el profesor conoce lo que debe hacer en cada
momento, las actividades fueron bien preparadas y organizadas y el conocimiento
de que el proceso está claramente planificado contribuye a la confianza de
alumnos y profesores.
Por otro
lado, los cambios e improvisaciones no siempre conducen a la indisciplina, sino
que puede que la eviten.
El
conocimiento y acuerdo compartido con respecto a los objetivos
que se pretenden alcanzar en una clase determinada contribuyen a que se eleve
la motivación
en el grupo de estudiantes. De primordial importancia es el hecho de que esos
objetivos estén en función del alumno y de su caracterización.
Por
último se hará referencia a un aspecto que en ningún sentido es de menos valor,
sino por el contrario, es uno de los más significativos: para que el profesor
sea respetado lo primero que debe hacer es respetar a sus alumnos, es decir, la
existencia del respeto mutuo. El respeto y admiración que sientan los alumnos
por su profesor, deberá estar condicionado, entre otros factores, por el grado
de ejemplaridad que alcance como resultado de su modo de actuación, así como
por el dominio
que demuestre poseer del contenido de la enseñanza.
Según
criterio de los autores del presente trabajo, las características de un aula
disciplinada son las siguientes:
- La relación diagnóstico-clase es evidente.
- El aprendizaje está teniendo lugar.
- Existe una atmósfera apropiada para que se produzca el aprendizaje.
- El profesor tiene control de la actividad.
- La cooperación entre los participantes del proceso se desarrolla de manera fluida.
- Los alumnos están motivados.
- La clase se desarrolla acorde a su plan.
- Tanto el profesor como los alumnos se esfuerzan por cumplir los objetivos trazados.
- Se pone de evidencia el respeto mutuo.
- El profesor es ejemplo para sus educandos.
A
continuación se ofrece una lista de consejos prácticos para los profesores con
vista a lograr la disciplina de los alumnos en el aula. La misma se ha
elaborado teniendo en cuenta los resultados de una encuesta
a aplicada a un grupo de profesores experimentados, así como las opiniones de
los autores de este trabajo.
Consejos
prácticos para lograr la disciplina de los alumnos en la clase.
- Mantenga una posición firme desde el primer día.
- Garantice que haya silencio cuando usted se dirija a sus alumnos.
- Conozca y utilice el nombre de sus alumnos.
- No mantenga una posición fija durante el desarrollo de toda la clase, es decir, recorra el aula de vez en cuando.
- Inicie su clase con algo que atraiga de manera especial el interés y la curiosidad de los alumnos, trate de sostener o mantener la motivación durante toda la actividad.
- Hable claramente.
- Asegúrese de que sus instrucciones son lo suficientemente claras para que sean comprendidas por los alumnos.
- Prepare materiales extras para atender las diferencias individuales de sus alumnos.
- Haga que su trabajo se corresponda con la edad, intereses, necesidades, y habilidades de sus alumnos.
- Desarrolle el arte de medir el tiempo de la clase.
- Varíe sus técnicas de enseñanza.
- Trate de anticipar los problemas de disciplina y actúe rápidamente.
- Evite las confrontaciones.
- Muéstrese como alguien en quien sus alumnos pueden confiar, demuestre que usted está presto a ayudarlos en la solución de sus problemas.
- Respete a sus alumnos.
- Mantenga una postura ejemplar.
- Utilice el humor de forma constructiva.
- Muestre cordialidad y amistad por sus educandos.
- Demuestre que usted posee buen dominio del contenido de enseñanza.
- Relacione su ciencia o ciencias al impacto social que esta o estas producen en sus alumnos.
Aunque la
responsabilidad inmediata en el mantenimiento
de la disciplina en la clase, en la mayoría de las situaciones le corresponde
al profesor, el objetivo final es llegar a un punto en que el alumno asuma o
comparta dicha responsabilidad. La habilidad de la autodisciplina es, hasta
cierto sentido, una función de la madurez del alumno, pero puede ser fomentada
por el profesor. Gradualmente se debe incorporar a los alumnos a que compartan
la toma de decisiones en el proceso de ordenamiento y manejo del trabajo en el
aula.
A
continuación se ofrecen algunas recomendaciones prácticas dirigidas a la
prevención y tratamiento a problemas de disciplina que suelen aparecer en la
clase. A pesar del tono prescriptivo, no trate estas direcciones como un tipo
de "verdad" objetiva, ellas deben ser consideradas como una posible
expresión de las realidades del aula, las cuales usted puede evaluar para que
constituyan un punto de partida para el desarrollo de estrategias
que funcionen en su caso particular.
El
tratamiento a los problemas de disciplina será analizado en tres momentos
fundamentales:
- Los profesores que con más éxito logran mantener la disciplina de sus alumnos en clase, no son aquellos que sobresalen en el tratamiento a los problemas, sino por el contrario, aquellos que saben cómo evitar que esto surja. Para ello se sugieren tres estrategias preventivas fundamentales:
- Planificación cuidadosa:
- Cuando una clase ha sido planificada y organizada cuidadosamente, esta proporcionará un sentimiento de propósito, que mantendrá la atención de los alumnos en la actividad que se desarrolla en ese momento, o de anticipación para la siguiente, y por ende, no permitirá la formación de un vacío que pudiera ser llenado por elementos distractores o contraproductivos. Es más, el conocimiento de que todo ha sido planificado contribuye, en gran medida, a la propia confianza del profesor y a su habilidad de ganar la de sus alumnos.
Algunas veces los problemas de disciplina aparecen
debido a que los alumnos no conocen ciertamente lo que se supone debieran estar
haciendo en un momento determinado. Las instrucciones, aunque toman una pequeña
proporción del tiempo de la clase, son cruciales. La información
necesaria debe ser comunicada clara y rápidamente. Esto no es incompatible con
la existencia de la negociación
alumno-profesor acerca de qué hacer, pero demasiadas indecisiones y cambios
imprevistos pueden distraer y aburrir a los alumnos, con implicaciones obvias
para la disciplina.
- Instrucciones claras:
- Mantenerse al corriente:
El profesor necesita saber constantemente lo que
está sucediendo en cada parte del aula. Debe mantener sus ojos y oídos
abiertos, como si tuviese antenassensitivas o un radar constantemente en alerta; esto garantiza dos cosas:
primero, los alumnos conocen que el profesor está al corriente de ellos todo el
tiempo lo que anima la participación y desanima la posible aparición de cualquier
actividad desviadora. En segundo lugar, le permite al propio profesor estar
listo para detectar la pérdida de interés o distracción de los alumnos y hacer
algo antes de que esto se convierta en un problema.
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